Soy adicto jugador de fútbol desde los 7 años, lo confieso. Creo firmemente en el valor educativo del deporte, y para mí el fútbol es un gran deporte de EQUIPO. La actual selección uruguaya ha marcado, a mi entender, el VALOR del juego en equipo y los resultados están a la vista.
Quería compartir con ustedes este artículo que me llegó mucho porque me hizo recordar los primeros partidos en el club Náutico, y el primer campeonato que ganáramos en la categoría 7-9 años. Aún conservo con orgullo el pequeño trofeo que nos dieron en esa ocasión, que para mí significó tocar el cielo. Ahora, hay toda una generación que ha VISTO ser campeón a Uruguay y que vibra con sus ídolos. Una pista quizás para explicar por qué en este país de 3,5 millones de habitantes se siguen fraguando glorias mundiales del fútbol...
Por GASTÓN PÉRGOLA para diario "El País", MVD, UY
Son de una generación que no conoce de viejas glorias celestes pero, sin embargo, ya hablan con propiedad de éxitos recientes. Son niños, que se ilusionan y juegan a ser "Suárez", "Forlán" o "Muslera". Son los hinchas número uno de Uruguay.
"¡Yo soy Suárez!" "¡Y yo Forlán!" "¡A mí me gusta Muslera!" "Y yo festejo los goles como Palito". A los gritos, y hablando casi uno encima del otro, un puñado de niños transmite, en su forma más pura y espontánea, la identificación y el fervor que sienten por la selección uruguaya.
Tienen entre siete y once años y, para envidia (sana) de algunos, al poco tiempo de tomar conciencia ya habían visto a Uruguay entre las cuatro mejores selecciones del mundo. Apenas un año después la verán jugar una final de la Copa América.
"La emoción y la alegría que sienten los gurises con esta selección es impresionante, la muestran a cada minuto. Hay una manija bárbara con este Uruguay. Están enloquecidos. Hablan todo el tiempo de ellos", narró a El País Gustavo Molina, director técnico de la categoría infantil (8 años) de Wanderers, mientras guiaba el entrenamiento de los pequeños, el viernes a la tarde.
Precisamente, con 13 años llegó a esta institución el hoy arquero de la selección uruguaya (y del Galatasaray), Fernando Muslera, que actualmente es ídolo de muchos de los niños que hoy juegan en el club.
"Fernando hizo todas las inferiores acá, y estando en tercera división venía dos veces por semana a entrenar a los goleros de la categoría infantil. Un fenómeno", lo calificó Gonzalo Buela, coordinador del equipo infantil del club.
Con 8 años, Lucas es hoy el golero de Wanderers en la categoría 2003. A cada práctica llega "todo vestido de verde", con el mismo equipo que usa el arquero de la selección uruguaya.
Al igual que sus compañeros, sabe que tanto Muslera como Sebastián Eguren pisaron la misma cancha en la que hoy juegan, y eso los pone todavía más eufóricos.
"¡Muslera salió de Wanderers! ¡Y Eguren también! Algún día me gustaría jugar en Uruguay, como ellos", dijo Tiago, delantero de 8 años, mientras se bancaba las bromas de sus compañeros. "Nos gustaría que un día vengan a jugar acá con nosotros", dijo otro niño, con una sonrisa de oreja a oreja.
A TOPE.
En la cancha del baby fútbol del Urreta, donde con apenas 6 años Luis Suárez hizo sus primeros goles, también están todos sorprendidos con el impacto que tuvo en la actividad de fútbol infantil la actuación de la selección uruguaya en el Mundial. Tanto en los niños como en los padres.
"El furor que generó esta selección desde el Mundial para acá fue increíble, tanto en los gurises como en los padres. No se vio una cosa igual. Y en nosotros mismos también, porque los chiquilines contagian", afirmó Héctor Codina (54), coordinador y director técnico del club desde hace 25 años.
Actualmente todas las categorías están "a tope", con el máximo de 15 fichados, por lo que tuvieron que abrir una Escuelita de Fútbol para atender la demanda. "Realmente este año nos sorprendió. Antes no era así. Siempre venían 16 niños por categoría y ahora hubo categorías que llegaron a 36 chiquilines. La selección uruguaya, fundamentalmente, ha despertado eso", le atribuyó Víctor Posse, vicepresidente de Urreta.
FANATISMO.
Ese fervor y fanatismo de los niños por Uruguay se ve en cada práctica, y no solo en los gestos y comentarios de los niños. Hoy, según cuenta Posse, ya no es necesario usar uno de los juegos de chaleco a la hora de armar un picadito.
"Es un infierno la cantidad de camisetas de Uruguay que vienen. Para que tengas una idea, ahora cuando hacemos un picadito de diez contra diez, separamos los celestes, que son más de diez y a la otra mitad les damos un chaleco y listo. Nos ahorramos un juego", graficó Posse. La número 10 de Forlán es, por lejos, la que más resalta entre los niños.
A su vez, la buena química que transmite la selección es aprovechada por los coordinadores y técnicos del baby fútbol para impulsar algunos conceptos claves del deporte.
"Están muy enchufados los chiquilines con los jugadores de Uruguay. Y de alguna manera intentamos aprovechar eso para mostrar algunos ejemplos, como la disciplina, la humildad, el trabajo en equipo, el compañerismo. Se lo hacemos notar todo el tiempo. Y el ejemplo de Uruguay, aunque te parezca exagerado, nos hace un poco más fácil ese trabajo. Ellos entienden clarito porque asocian esos conceptos a cosas concretas que ven de esta selección", afirmó el director técnico de la categoría 2000 del Urreta.
LA CABECITA.
Más allá de los resultados, que hoy acompañan a la hora de generar esa buena química, existen otros factores que llevan a una identificación de la gente con el grupo de jugadores que integra la selección, según explicó el psicólogo de Uruguay, Gabriel Gutiérrez, que trabaja desde 2006 con las selecciones Sub 15, Sub 17 y Sub 20.
"Hay un perfil diferente de selección que se viene trabajando a todos los niveles desde 2006. Hay una cantidad de mensajes subliminales que da esta selección: el perfil de humildad, de entrega absoluta por la selección, el perfil bajo, no ganar un partido antes de jugarlo, que es otra de las cosas que el maestro (Óscar Tabárez) siempre destaca".
El psicólogo celeste mencionó como referentes a Diego Lugano, Diego Forlán, Luis Suárez o "el ruso" Diego Pérez, que si bien son "muy diferentes" entre sí, tienen "cualidades en común", lo que refuerza los conceptos que transmiten.
"Creo que este grupo tiene un capitán absolutamente identificable, que es Lugano, pero además tiene muchos referentes. Y eso, otras selecciones no lo tuvieron. Hoy en día casi todos los jugadores de la selección uruguaya son referentes, con sus diferencias. Son todos queribles. Hay algunas zonas de la población que se identifican más con unos que con otros, pero todos generan algo. El trabajar bien con los jugadores aumenta el porcentaje de referentes, sin que ellos se lo propongan", explicó el psicólogo uruguayo.
Según el profesional, es por este motivo que hoy "hay tantos niños y tantas mujeres que antes no miraban fútbol y que ahora los siguen; ven valores básicos y se facilita la identificación", concluyó.
SER COMO ELLOS.
"Yo tengo tanto entusiasmo por el fútbol que juego solo, me lo imagino y en mi mente ya estoy en la selección uruguaya", apura el inicio de la charla Denis Pintos, el arquero de uno de los equipos de menores de Barrio Obrero, en Paysandú, de donde surgió Nicolás Lodeiro.
Con 11 años, cada vez que Denis ve a Fernando Muslera, avizora su futuro: "Es un gran arquero, soy fanático de él y cuando sea grande lo voy a seguir recordando porque espero ser como él", confesó como su proyecto de vida que, "si todo sale bien" concretará en algunos años.
Si Denis admira a Muslera, su compañero Damián Chéchile (11) es hincha de Luis Suárez, y Bruno Vega (11), nombra primero al "Cacha" Arévalo Ríos.
Pero los 120 gurises que practican en este momento en Barrio Obrero tienen como denominador común a Nicolás Lodeiro, quien dio sus primeros tiros al arco y -según cuenta la leyenda- todavía con pañales, en esas mismas canchas.
Como sucedió con Lodeiro, los gurises saben que llegar lejos en el fútbol es sinónimo de mudarse, al menos a Montevideo.
"Yo me iría, pero extrañaría capaz", piensa en voz alta uno de ellos. "¡Ah, no! Yo si un día me voy hago un contrato, y si me quieren que me lleven con mi mamá", exclamó Denis, que sin embargo, y como si fuera un adulto, aclara que hay que estudiar, "sino no puedo jugar".
(Producción: R. Mernies S. Kanovich, P. Mango y V. Rodríguez)
El estudio "es la salvación" para los que dejan y para los que siguen
"Siempre intentamos explicarles que la información oficial nos dice que el 99,86% de los jugadores de fútbol, entre niños y adolescentes, no llegan a salvarse, y que por eso tenemos que fomentar el estudio, porque es una carrera que está condenada al fracaso en más del 99% de los casos. Y que esas mismas cosas que les decimos nosotros después las escuchen de Lugano o de Forlán fortalece un perfil muy realista de lo que es ser jugador uruguayo", expresó a El País el psicólogo de las selecciones juveniles de la AUF, Gabriel Gutiérrez.
Este concepto, muchos niños lo tienen claro, a su manera de entender la realidad. "Para mí también está la escuela, porque siempre pasa lo mismo: a los que nos gusta mucho el fútbol, si no andamos bien en la escuela nos sacan lo que más nos gusta, que es agarrar una pelota", dijo Matías a El País, que tiene 10 años y juega en el club Barrio Obrero, de Paysandú.
Como Matías, su compañero de equipo, Denis, cree que esta selección les enseñó muchas cosas. "Jugando en equipo se logra mucho más". Y como en coro surge una suerte de lluvia de ideas entre todos los niños presentes: "También aprendimos a cuidarnos, a respetarnos entre nosotros y al técnico, a jugar limpio, a no pelear, que con humildad se puede llegar lejos, a confiar en uno mismo, pero no confiarse a que siempre vas a ganar porque te pasa lo que le pasó el otro día a Brasil", remató uno de ellos.
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