Diario "El País" de Madrid.
Según una encuesta del Pew Research Center de finales de diciembre, un 74% de los norteamericanos utiliza regularmente internet. Esta cifra es bastante superior a la que se registra en Europa, donde sólo un 49% de la población dispone de conexión a la red en sus hogares, según un informe de 2009 del Ministerio de Industria, confeccionado con datos de 2008. En España, el 51% de los hogares cuenta con conexión a internet, por debajo países como Eslovaquia, Reino Unido o Suecia.
Estos datos confirman la existencia de desigualdades demográficas en el acceso a internet. En EE.UU., por ejemplo, el 76% de las personas de raza blanca se conecta a internet con regularidad. Esa cifra cae a un 64% entre la población hispanoamericana. La diferencia es más pronunciada entre grupos de edad: un 93% de los jóvenes de entre 18 y 29 años se conecta a la red, mientras sólo el 38% de los mayores de 65 años lo hace.
Al fin y al cabo, los ancianos deberían ser los más beneficiados de una tecnología que evita papeleos interminables y colas larguísimas. "Esta gente debería zambullirse en la red. Nadie como ellos puede obtener un beneficio de solicitar una visita médica o un servicio municipal a través de una pantalla en su casa", explica Ellsworth, directora de un centro de capacitación voluntario.
Pero no son sólo los ancianos los que sufren los daños colaterales de la brecha digital.
"Los casos más preocupantes que me encuentro aquí son los de los jóvenes que vienen y creen que están muy versados en informática e internet, pero ignoran que en realidad son unos analfabetos digitales", añade Ellsworth.
"Es gente que viene y se maneja como nadie en el chat, que controla todas las redes sociales y tiene perfiles en decenas de sitios web. Pero que no es capaz de abrir un documento de texto y formatearlo o que no conoce las reglas básicas de enviar un correo electrónico para pedir trabajo, gente con direcciones de correo que te sacan los colores, o que no sabe ni siquiera pasar un corrector de ortografía a un documento".
Aunque destaquen menos, los jóvenes de pocos recursos y con una educación moderada, también se ven dejados de lado en esta brecha digital.
El sueño de un mundo totalmente conectado parece ir haciéndose realidad poco a poco, cada día. Las nuevas generaciones ya casi nacen conectadas a la red. Sólo el tiempo, y el relevo generacional, demostrarán si internet es capaz de paliar las desigualdades o si en realidad ayuda a combatirlas.
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