Es divertido constatar la diferente percepción de la Red que tienen los que andan en torno a los 40, los "inmigrantes digitales", frente a la avalancha de veinteañeros que engrosan las filas de los "nativos digitales". Los primeros rememoran sus experiencias iniciáticas con una aureola casi mítica. Para los más jóvenes, en cambio, Internet es una experiencia vital tan interiorizada como la televisión en color. "Mi primera ocasión frente al teclado fue para darme de alta en el Messenger, a los 14 años", anota Sergio, un casi licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual que ahora anda por los 23. "Al verano siguiente me encontraba en la playa y yo me preguntaba: ¿Con quién chateo ahora? ¿Con mi madre?".
Y María Poza, futura publicista, de 22 años, lo resume así: "Antes, cuando un chico te gustaba le intentabas pedir el número de teléfono. Ahora intercambias la dirección de Messenger y, si no lo consigues, siempre queda la esperanza de localizarlo por el nombre en el Facebook".
"Son todo ventajas", exclama Eva Navarro sobre las redes sociales. "No gastas crédito en el teléfono móvil, puedes ver las fotos de los amigos y encima te diviertes. Porque tanto los juegos como los tests de Facebook son geniales". "A mí me parece el nuevo Gran Hermano", recela el fotógrafo Cidoncha. "Si no me doy de baja es porque ahora está de moda borrarse y no me gusta seguir la corriente", opina.
¿Enamorados de Internet? "¡Claro!", recapitula el comentarista musical Tito Lesende, de 38 años. "Hoy no tener conexión es como hace 15 años perderse en un páramo. Yo veo menos la tele, hablo con más gente que antes, estoy más informado y he perdido vista, pero esto último se lo achaco a la edad", agrega el militar Roberto R., de 44 años.
El filólogo Edu no lo ve tan claro: "El tiempo que antes invertía en la calle ahora lo reparto entre reparaciones, reseteos y reformateos del ordenador". Y Zara Sierra, programadora de Madrid, remacha: "Es impagable no tener que hacer ni una cola más, ni estar obligada a lidiar con el funcionario de turno. Pero algunas noches, contestando desde casa correos de trabajo a horas intempestivas, intuyo que también existe una parte negativa".
Sin duda, el mundo ha cambiado. Pero (al menos con la aparición de internet) me gusta cómo lo ha hecho...
(extraído de un artículo del diario La Nación)
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