La tendencia en el ocio de los niños ha cambiado sensiblemente en los últimos años, tiempo en el cual los videojuegos han pasado a representar el rol protagonista en el tiempo libre infantil en el hogar, sobre todo a partir de los 6 años.
El empleo de estas tecnologías tiene tanto posibles consecuencias positivas como negativas, resultando clave el papel de docentes y padres en la orientación e implicación en su selección, empleo y normativa de uso. La clave ha de residir en contemplar los videojuegos como una opción de ocio más y no la única.
El juego infantil ha sufrido importantes cambios en los últimos tiempos. Progresivamente los videojuegos se han ido incorporando a los juegos y juguetes más tradicionales. Esta opción tiende a aparecer cada vez en edades más tempranas y de forma mayoritaria. Los videojuegos abren ante los niños y los adolescentes el acceso a nuevas actividades y posibilidades de ocio difícilmente alcanzables por los juegos clásicos.
De este modo, el empleo de las nuevas tecnologías puede ir en detrimento
de otros tipos de ocio más saludables en la primera infancia y a lo
largo de toda la vida, siendo especialmente relevante en este sentido el
ocio al aire libre y el deporte. Estos aspectos en nuestra sociedad se
ven frecuentemente relegados a un segundo término, mientras que resultan
fundamentales para un desarrollo pleno físico y mental de los niños y
adolescentes.
Del mismo modo, son los juegos clásicos los que se han visto
directamente perjudicados por la reciente influencia de los videojuegos.
Los juegos clásicos tienen una especial relevancia tanto en el
desarrollo de aspectos relacionales dentro de la familia y con los
amigos, como del razonamiento y adquisición de aprendizajes sociales
básicos.
Según Marc Giner Llenas, psicopedagogo, "la tendencia en el ocio de los niños ha cambiado sensiblemente en los últimos años, tiempo en el cual los videojuegos han pasado a representar el rol protagonista en el tiempo libre infantil en el hogar, sobre todo a partir de los 6 años."
Riesgos de los videojuegos
Existen riesgos especialmente importantes a tener en cuenta en los niños, pero igualmente extensibles a los adolescentes; entre ellos conviene destacar:
- La adicción. Es uno de los riesgos más importantes a tener en cuenta y depende en gran medida tanto de la limitación temporal en su empleo como del uso que se dé a los videojuegos, por este motivo es muy recomendable su uso compartido y controlado. La adicción puede conllevar una tendencia a la irritabilidad, al mismo tiempo que una marcada dependencia de los videojuegos, rechazando cualquier otra actividad de ocio o estar siempre pendiente de poder encontrar un momento para poder jugar con ellos.
- Tendencia al aislamiento. Su uso de manera excesiva, incluso aquellos de carácter multijugador online, puede provocar el distanciamiento de niños y adolescentes respecto su entorno próximo.
- Modificación de los valores. Algunos videojuegos pueden transmitir determinados valores o bien relativizar otros, siendo muy importante la regulación de los contenidos para asegurar que estos no entren en contradicción con los transmitidos y vividos en la familia o la escuela.
- La sobreestimulación. La exposición a un gran número de estímulos tanto visuales como auditivos, propio de este tipo de actividad, puede provocar nerviosismo e irritabilidad. Asimismo, podría dificultar el mantenimiento de la atención en tareas más ordinarias en las que los estímulos no son tan atractivos y pronunciados.
- Sedentarismo. Otro posible riesgo supone la falta de actividad física propia de otros tipos de juegos que fomentan un desarrollo más global de los niños y adolescentes, tanto en aspectos motores como cognitivos o sociales.
Sin embargo, tampoco debemos olvidar que el uso correcto de los videojuegos también puede conllevar ciertos beneficios en el desarrollo de los niños, entre los cuales podemos citar:
- El razonamiento como con los juegos de estrategia, en los cuales el jugador debe tener presentes múltiples variables o elementos para poder conseguir sus objetivos y secuenciar y planificar sus actuaciones.
- La orientación espacial. Los juegos en 3 dimensiones implican adquirir un dominio importante de la orientación en el espacio.
- La capacidad de atención. En dosis razonables, pueden favorecer la capacidad de concentración ante determinados estímulos, sobretodo de tipo visual, aunque una sobreexposición podría generar el efecto contrario.
- La coordinación viso-motora. Pueden ayudar a desarrollar unas buenas habilidades en lo referente a ciertas destrezas manuales como oculares precisas.
- Resolución de conflictos y toma de decisiones. Diferentes videojuegos como los simuladores o las aventuras gráficas fomentan la capacidad de resolver problemas cotidianos y la búsqueda de posibles soluciones o respuestas. Pueden favorecer la tolerancia al fracaso y la flexibilidad cognitiva, ya que en el juego los niños están continuamente expuestos a errores y fracasos; puede favorecer el desarrollo de una mayor tolerancia ante estos, al mismo tiempo que pueden aprender a esforzarse para superar las dificultades que se puedan encontrar.
- La familiarización con las nuevas tecnologías y la habilidad en su uso, aspecto fundamental en la actualidad, aunque no van a necesitar jugar para estar familiarizados, pues están en muchos otros ámbitos de sus vidas.
No obstante, la presencia de estos posibles efectos beneficiosos no justifica que los videojuegos sean más adecuados para desarrollar estas habilidades que otros tipos de actividades como el deporte, los juegos de mesa, la música, la danza y un largo etcétera. Debemos tener presente que este último tipo de actividades seguramente favorecen en un grado más elevado el desarrollo de niños y adolescentes en muchos sentidos.
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