21 de febrero de 2012

Lo que vendrá: las empresas trabajan en el sucesor de la memoria flash.

Encender un portátil tan rápido como una bombita o almacenar en el móvil la colección de música, fotos y vídeos de toda una vida, ahora es impensable pero en cinco o diez años será casi una rutina. Al menos eso dicen los ingenieros que trabajan en desarrollar el sucesor de la memoria flash. Samsung, IBM y HP, entre otros, se esfuerzan por ser los primeros en conseguirlo. 

La memoria flash se ha convertido en el estándar de almacenamiento integrado en MP3, cámaras digitales, smartphones, tabletas y portátiles ultrafinos. También en los lápices USB y tarjetas extraibles de las que empresas como SanDisk venden 19 por segundo. Los discos duros tradicionales son más baratos pero lentos y sus platos giratorios y cabezales se estropean con el tiempo.

Los chips de memoria flash, en cambio, no utilizan piezas móviles y son el doble de rápidos que un disco duro. El problema es el precio. Los nuevos ultrabooks, por ejemplo, sustituyen el disco duro por unidades de estado sólido o SSD (solid-state drive, en inglés), basados en memoria flash, pero el coste (unos 100 euros por 128 gigas) empuja el precio final de los ordenadores por encima de los 1.000 euros.

"La memoria flash es fundamental porque los consumidores quieren almacenar cada vez más datos, música, fotos y aplicaciones. Los servicios de streaming y la nube no cubren esa demanda, siempre necesitarás memoria local para que la experiencia de usar un smartphone o un tablet sea fluida", explica desde Nueva York Michael Morgan, analista de ABI Research.

Apple es el mayor comprador de memoria flash del mundo, la utiliza en casi todos sus productos, desde el iPod y el iPhone al iPad y los Macs. El trimestre pasado adquirió el 23% del total de memoria flash vendida a nivel mundial. La diferencia entre un iPad 2 de 16 gigas y uno de 32 son precisamente los 16 gigas extra de espacio. Apple cobra por ellos 100 euros más pero paga al fabricante solo 0,52 euros el giga (8,32 por 16 gigas), según Bernstein Research. Es decir, 91 euros limpios de polvo y paja. Un negocio redondo y, según los investigadores, con fecha de caducidad.

El motivo son los obstáculos a los que se enfrenta el almacenamiento flash. Además del precio está el tamaño, se ha llegado casi al límite con los chips de 20 nanómetros presentados por Intel y Samsung, que permiten albergar hasta un terabyte en el espacio de la yema de un dedo. Parece difícil ir más allá. Y luego está la calidad, si borramos y reescribimos la memoria flash más de 5.000 veces, empieza a fallar.

IBM lleva años investigando alternativas. Recientemente ha logrado reducir a 12 los átomos necesarios para almacenar un bit de información, creando memorias magnéticas a escala atómica capaces de acumular 160 veces más información por unidad de espacio que la memoria flash. Este avance podría desembocar en móviles y reproductores MP3 con varios terabytes de espacio. Los ingenieros de IBM en Zurich trabajan también en las memorias PCM (phase-change memory, en inglés). Son cien veces más rápidas que las flash, soportan 10 millones de reescrituras y encima son más baratas de desarrollar. IBM apuesta por el 2016 para su comercialización.

Samsung y Micron Technologies han sido muy activos en demostrar el almacenamiento PCM como sustituto del flash. La firma coreana integró chips PCM de 512 megabits en móviles de gama baja y este año anunciará nuevos modelos más rápidos y potentes. Intel lleva desde el 2008 trabajando en este campo, pero todavía no ha anunciado fechas de venta.

HP es el otro contendiente con una tecnología denominada memristor. El científico Leon Chua sentó las bases teóricas del memristor en 1971 aunque no fue hasta el 2008 cuando los laboratorios de HP probaron su viabilidad. "Es un chip capaz de almacenar información sin corriente contínua, se podría aplicar a cualquier tipo de aparato. Estamos convencidos que a corto plazo sustituirá a la memoria flash y a las unidades de estado sólido", aseguran fuentes de HP en España.

El memristor es 100 veces más rápido que la memoria flash, consume diez veces menos energía y necesita menos espacio.

(EL PAÍS.COM)

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