El usuario se conecta a la Red y comienza sus tareas cotidianas. Escribe la presentación de su nuevo proyecto laboral en Google Docs, edita las fotografías de su viaje a Nueva York en Picasa y sube un vídeo familiar a YouTube. Luego escucha sus temas favoritos de Franz Ferdinand en Spotify y disfruta de los nuevos episodios de Anatomía de Grey en Seriesyonkis.
El usuario se conecta a la Red y comienza sus tareas cotidianas. Escribe la presentación de su nuevo proyecto laboral en Google Docs, edita las fotografías de su viaje a Nueva York en Picasa y sube un vídeo familiar a YouTube. Luego escucha sus temas favoritos de Franz Ferdinand en Spotify y disfruta de los nuevos episodios de Anatomía de Grey en Seriesyonkis. Además, sube su colección de películas y series a un almacén virtual como Rapidshare o Megaupload para aligerar el disco duro y poder compartirlas.
Todo lo ha hecho online, gratis y sin necesidad de descargarse nada en su terminal (Spotify sólo requiere bajar el buscador). Da igual dónde esté: en el trabajo, en casa o en un hotel. Sólo necesita una conexión: en la web se ejecuta y en la web se queda.
Quizá sin saberlo, el usuario está moviéndose en la nube (cloud, en inglés), que es como ya se conoce al territorio virtual formado por todo aquel software y aplicaciones que funcionan desde fuera del ordenador, ya sea fijo, portátil o un teléfono móvil. Están alojados en servidores ubicados en algún lugar indeterminado pero son accesibles desde todas partes. El terminal se convierte así en un simple medio para enchufarse a esa nube de computación...
Muy buen artículo de Abel GRAU para El País de Madrid.
lo que se viene... o mas bien lo que se vino para quedar...buen articulo.
ResponderEliminarSusana