Uno de los factores que más influye en el crecimiento económico es la educación. Por eso, en general, los gobiernos quieren que su gente estudie más, pero sistemáticamente se observa que los que más se educan son aquellos cuyos padres tienen más años de estudio. Estamos entonces en una trampa: si hay baja educación, será difícil aumentarla; si facilitamos las cosas para que la gente estudie, lo harán quienes iban a tener buena escolaridad de todas maneras, o sea aquellos con padres educados.
Para escapar de este círculo vicioso se ha propuesto aumentar la educación de los adultos, para que mejore la escolaridad de sus hijos. La justificación es, en parte, que los padres verán el valor de la educación y se esforzarán por que sus hijos completen más años de instrucción. Pero para saber si el aumento en la educación de los padres ayudaría a los hijos, hay que saber cuál es la causa por la que estudian más los hijos de los padres con más años de escolaridad. Hay varias hipótesis para explicar por qué se observa esta relación. Hoy analizaremos las dos que han recibido más atención.
La primera, que suele llamarse la de selección, postula que la correlación entre niveles de estudio de padres e hijos es el resultado del proceso de selección: padres con facilidad para el estudio tenderían a pasarles en los genes esa característica a sus hijos.
La segunda hipótesis, que se llama causalidad, postula que la correlación es causada por el mayor nivel de estudio de los padres: si se aumenta la escolaridad de un padre, tenderá a educar más a sus hijos.
Para ilustrar la diferencia entre las hipótesis, imaginemos que tomamos a 100 parejas parecidas en nivel socioeconómico, de educación, con inteligencias similares, y que aleatoriamente logramos que 50 de ellas se eduquen más. La selección dice que los hijos de las 100 parejas tendrán básicamente la misma educación, o que el mayor nivel de escolaridad de los 50 padres educados no influirá en el nivel de educación de los hijos. La hipótesis de causalidad, por el contrario, asegura que los hijos de las 50 parejas más educadas estudiarán más. Sin embargo, la selección y causalidad no son mutuamente excluyentes. Pero estudiar empíricamente su impacto relativo es relevante: si la relación causal es importante, educar a los padres será efectivo como forma de lograr que los hijos se eduquen; si la selección es más significativa, educar padres no ayudará a las generaciones futuras y seguiremos en el mismo pozo.
Dificultades.
Hay por lo menos dos dificultades para tratar de discernir si es el mecanismo "genético-selección" o el de causalidad el que da origen a la correlación entre la educación de padres e hijos. Para entenderlas, imaginemos que queremos estudiar cuál es el canal primordial. Un estudio ideal sería el descrito más arriba: tomo 100 familias iguales y a 50 les agrego educación, y me fijo qué pasa con los hijos. El problema es que eso no se puede hacer; no podemos obligar a la gente a educarse. Por lo tanto, tendríamos que buscar 100 familias iguales, y que por algún motivo unas hubieran decidido educarse más y otras menos. Pero eso también es imposible: en general, familias similares toman decisiones similares sobre niveles de educación, por lo que no encontraremos variación en su escolaridad. Por otro lado, si tenemos 100 familias que creíamos que eran similares, pero que tomaron decisiones distintas, siempre quedará la duda de si realmente eran similares, o cometimos un error al seleccionarlas.
El primer problema, entonces, es que no hay forma de conseguir dos grupos, uno al que "tratamos" con más educación, y otro de control al que no le aplicamos el tratamiento. El segundo problema, es que aún con diseños inteligentes de estudios, se necesitan datos detallados sobre la educación de un conjunto grande de padres e hijos.
Diseños inteligentes.
Una técnica común cuando hay cuestiones genéticas involucradas, es estudiar parejas de gemelos, que por definición tienen genes idénticos. Para investigar la influencia de la genética y de la educación de los padres en los hijos, se toma una muestra de gemelos y sus hijos, y se compara la diferencia en la educación de los padres con la diferencia en la educación de sus hijos. Al tomar gemelos solamente se está eliminando la influencia que pueden provocar los genes. Si los hijos del gemelo más educado estudian más que los hijos del menos educado, la causa sería (en principio) que un padre se educó más que el otro. Para que esta conclusión sea válida, se corrigen los resultados para incorporar el siguiente efecto: en general, la pareja del gemelo más educado es más inteligente que la del que estudió menos, por lo que los hijos del que estudió más tienden a ser más inteligentes que los del otro. Así, podría ser que los hijos del más educado estudien más no por el factor causal, sino por el genético. Un trabajo reciente con la técnica de los gemelos para Suecia encontró que un año adicional de estudio del padre genera 0,12 años adicionales de educación del hijo: hay derrame de capital humano entre generaciones pero es relativamente bajo.
La idea de los gemelos es comparar la educación de sus descendientes, sabiendo que la carga genética de los hijos no está correlacionada con el nivel de educación de los padres. Otra forma de hacer algo muy parecido, es fijarnos en hijos adoptados: si vemos que los niños acogidos por familias más educadas tienen más años de escolaridad que los recibidos por familias menos educadas, podemos deducir que la causa de la mayor educación de los niños, es la mayor educación de los padres. No puede ser por el factor genético porque los adoptados no comparten genes con sus padres adoptivos. Otra vez, podemos asumir que en principio la carga genética de los niños no está correlacionada con el nivel de educación de los padres: no hay razón para que los niños amparados por padres educados sean más capaces que los niños adoptados por los padres con menor escolaridad.
Para hacer un estudio de este tipo, es importante que la asignación de niños a los hogares no esté correlacionada con niveles de inteligencia: no se deben asignar huérfanos de niveles socioeconómicos más altos, o más inteligentes, a familias más inteligentes. Por eso, un estudio reciente utilizó una muestra de niños coreanos que habían quedado huérfanos durante la guerra, y habían sido asignados aleatoriamente a padres en Estados Unidos. El estudio para Suecia mencionado más arriba también replicó este estudio, y encontró que un año adicional de educación de los padres aumenta en 0,07 años la educación del hijo adoptado.
¿Sólo genética entonces?
Estas estimaciones tan pequeñas parecen indicar que lo único que importa para la educación de los hijos es la genética. Sin embargo, una investigación reciente sugiere que la causa para un efecto tan bajo de la educación de padres sobre la de los hijos es que todas las mediciones son para países desarrollados. La estimación con datos brasileños indica que el efecto en países con baja educación puede ser mayor que el que se había encontrado para los países desarrollados.
Para entender el trabajo, discutiremos primero una tercera técnica (además de la de gemelos y adoptados) que se utiliza para eludir el problema que plantea la correlación entre "buenos genes" y "alta educación" de los padres. Como en las otras técnicas, en esta lo que se busca es una variación en el nivel de escolaridad de los padres que no tenga que ver con sus genes. Recordemos que la observación original era que la educación de los padres estaba muy correlacionada con la escolaridad de los hijos, pero que no se podía decir que más educación de los padres causara mejor desempeño para los hijos. La razón era que la habilidad innata de los padres podía causar tanto la educación de los hijos como la educación de los padres. En esta tercera técnica, llamada variables instrumentales, se rompe el meollo cambiando la educación de los padres por alguna variable que no esté determinada por sus genes.
Algunos ejemplos tempranos de estimación por variables instrumentales usaron datos de países que habían tenido ampliaciones en la cantidad de años de educación obligatoria, pero sólo en una parte del país. Así, padres en la región más educada estudiaron más no porque fueran más hábiles, sino porque se los impuso la ley. Entonces, si los hijos de los padres más educados estudiaron más (aún cuando ya no estaba vigente la reforma), eso implica que la causa es la mayor educación de sus padres, y no sus "mejores genes".
La estimación para Brasil se hizo por variables instrumentales: en vez de usar la educación de los padres de un individuo, se usó la de sus suegros. La idea es que la escolaridad de mis suegros está muy correlacionada con la de mis padres, y sin embargo no está determinada por los genes de mis progenitores. Los investigadores encontraron que la educación de la gente está muy correlacionada con la escolaridad de sus suegros. Como no está presente el camino genético, se puede demostrar matemáticamente que la educación de los padres (que en las regresiones fue sustituida por la de los suegros) causa un aumento en la escolaridad de los hijos.
La investigación encontró que el efecto sobre la educación de los hijos de aumentar un año la escolaridad de los padres es mayor, cuanto menos estudios tienen los padres. Por ejemplo, si un padre pasara de tener la primaria incompleta a completarla, influiría en los logros educativos de sus hijos en mayor medida que si pasara de tener universidad incompleta, a tener un título universitario. Como consecuencia de esto (y de los menores niveles promedio de educación en Brasil que en Suecia o Estados Unidos), el efecto total de aumentar un año la escolaridad de los adultos es mayor que en los estudios anteriores.
Quizás estos hallazgos se puedan utilizar para mejorar nuestro maltrecho sistema educativo...
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