1 de marzo de 2010

Elogio de la brevedad

¿Qué tiene Twitter de genial?
Precisamente eso, que es simple, y todo lo simple es limitado. Los mensajes no pueden tener más de 140 caracteres (incluidos los espacios entre palabras). El ser conciso es una idea muy fuerte en la historia de las comunicaciones, y viene de mucho antes que existiera Internet. Tuve noticia de esto cuando acompañaba a mi padre sus trasnochadas conexiones de radioaficionado global, antes de que siquiera se hubiera inventado la palabra globalización. La brevedad era particularmente importante en el antediluviano IRC. El mandato podría leerse como: No lances mensajes demasiado extensos . ¿Por qué? Puro imperativo categórico kantiano: si en un entorno de mensajería comunitario, como el IRC o Twitter, todos escribieran mensajes interminables, el sistema se vendría abajo. En otra época, por falta de ancho de banda y recursos de hardware. Hoy, porque somos tantos que nadie podría leer a nadie. Facebook, sin ir más lejos, ya está empezando a sufrir las consecuencias de su falta de frugalidad.

Twitter lo evitó con gracia impecable por medio de su límite de 140 caracteres. La experiencia que traíamos de los SMS -y que los creadores de Twitter se habían puesto como meta al principio- nos vino como anillo al dedo cuando empezamos a explorar las posibilidades del nuevo, simpático, inestable, inseguro e incipiente servicio. Ya habíamos aprendido cómo decir más con menos. Pero no nos quedamos en eso. Redescubrimos los acortadores ( shorteners ) de direcciones Web, que abrevian un largo URL, como por ejemplo www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1233834&pid=8332378&toi=6258 , que tiene 73 caracteres, en algo como http://bit.ly/bFfRFJ. Con Twitpic aprendimos a sortear el límite de los 140 caracteres con la polifónica voz de las fotografías.

Simple y pequeño significó algo más: fue posible portar Twitter a los dispositivos móviles en un santiamén sin perder ninguna de sus funciones. Es más: si tu celular tiene buena pantalla y una cámara de fotos decente, vas a terminar lanzando más tweets desde el móvil que desde la PC. Es más práctico y más ubicuo.

Twitter no sólo impone un límite en el número de caracteres, sino también en el de las herramientas disponibles. No hay cientos. Ni siquiera docenas. Hay cuatro: mensaje público , mensaje público con mención (@), mensaje directo (se lo llama DM, aunque el comando es sólo d seguido del nombre del destinatario) y Retweet (RT). ¿Qué queda? Las hashtags (#), y no mucho más. Pues bien, hacemos toda clase de juegos de palabras, ironías, sutiles bromas o bromas brutales combinando estos pocos recursos. Es la regla del 80/20 puesta en práctica. Una vez más.

Casi todas las cosas que nos gustan de Twitter tienen que ver con algo que, si nos lo preguntan, diremos que nos causa rechazo: los límites, la escasez de herramientas. Y sin embargo, adaptados desde hace cientos de millones de años a pujar contra la restrictiva realidad, hicimos florecer el servicio de los trinos con una desbordante variedad de usos y aplicaciones.

Por Ariel Torres, diario "La Nación", AR
(artículo completo) 

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