En 2009 el sistema operativo de software libre cumplió 18 años, y su creador, el finlandés Linus Torvalds, festejó los 40.
Faltaba un año para que Microsoft presentara en sociedad Windows 3.1 (todavía basado en DOS), y lo más moderno que podía ofrecer Apple, sin Steve Jobs, era la versión 7 de su sistema operativo. La línea de comando era la herramienta básica para lograr casi cualquier operación con la PC.
Lo que Torvalds había comenzado a desarrollar a principios de ese año era la piedra fundamental de cualquier sistema operativo, denominado kernel o núcleo. Para eso se inspiró en Minix, un sistema creado en 1987 con fines educativos por el profesor Andrew Tanenbaum, de la Universidad de Vrije, en Amsterdam, y que tenía una particularidad: su código fuente estaba disponible.
El código fuente de un sistema operativo, o de una aplicación, son las instrucciones que escribe el programador para ordenar a la computadora que cumpla tal o cual tarea (mostrar un ícono en el escritorio, copiar un archivo de un lugar a otro, detectar el movimiento de un mouse, etcétera). Es como la receta de una torta. El problema era que hasta entonces la mayoría de las aplicaciones y sistemas operativos eran de código cerrado: uno podía comer la torta y, si era pastelero, inferir qué se había usado y cómo para hacer la masa y cocinarla, pero nada más.
Así que Linus lo tomó como fuente de inspiración y creó su propio núcleo, e invitó a la comunidad de aficionados a la computación a colaborar con él en el desarrollo general del sistema. Al principio lo ofreció con una licencia de uso gratis que él había ideado, pero más tarde lo publicó bajo la licencia GPL del Proyecto GNU, que había creado en 1983 Richard Stallman para tener un sistema operativo gratis similar a Unix (por entonces considerado el más sólido y avanzado de los sistemas operativos), de código abierto, y que cualquiera pudiera modificar a su antojo.
Aunque Torvalds pensó en un primer momento en llamar Freax a su creación (por free , gratis y libre en inglés, con una referencia a Unix en la X), finalmente se llamó Linux. Por su solidez, flexibilidad y costo mínimo rápidamente pasó de ser el hobby de unos programadores a transformarse en la pieza informática fundamental de gran cantidad de empresas.
No fue posible ponerse en contacto con Torvalds para esta nota; es de bajo perfil, muy modesto y alejado de la actitud de estrella que podría esperarse de él. Pero como muchos en el mundo del software libre, siempre que puede está dispuesto a ayudar y hablar, como conversó con LA NACION en 1996, en su paso por la Argentina.
"Linux era un proyecto personal; yo quería aprender acerca de la computadora que me había comprado. Quería ver lo que esa máquina podía hacer y cómo hacerlo" -explicó en una entrevista publicada en el décimo número del suplemento, por entonces llamado Informática, el 24 de junio de 1996-. "Mucha gente no veía bien que Linux estuviera asociado con la Universidad de Helsinki -agregó-. Era visto como algo casi malo, algo que usaban los chicos de 15 a 20 años que no podían comprar algo mejor."
Con el tiempo, los miles de usuarios iniciales se transformaron en millones, gracias a la posibilidad de distribuir el sistema operativo y sus componentes en Internet sin restricciones, y las aplicaciones y herramientas con aire a hobby se volvieron profesionales, con el mismo nivel de calidad que podía encontrarse en otras plataformas; esto le valió primero el interés de las universidades y después de las empresas en todo el mundo.
Por ejemplo: al hacer una búsqueda en Google se está accediendo a un servidor que usa Linux; la enorme mayoría de las 500 supercomputadoras más poderosas del mundo usan Linux; IBM recomienda Linux para la mayoría de sus clientes, etcétera.
También tiene cada vez más presencia en los hogares, tanto como una alternativa para reducir el costo de una PC nueva como para tener una experiencia de uso distinta de lo que ofrecen Windows y Mac OS X.
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