A poco de nacer, su padre se alista en las fuerzas italianas que combatían en África, durante la Segunda Guerra Mundial. Temiendo por el futuro de la madre del pequeño, de origen norteamericano, poetisa y profesora de La Sorbona, deja dinero a una familia de campesinos para que cuidasen de su hijo en el caso de que la madre fuese encarcelada. Efectivamente, en 1940, la madre de Capecchi es arrestada y llevada al Campo de concentración de Dachau y el niño dejado al cuidado de la familia de campesinos. Al acabarse el dinero, un año después, Capecchi es abandonado en la calle y sobrevive en ésta durante varios años, sumándose a pandillas juveniles italianas.
En 1946, enfermó de tifus y fue internado en un Hospital de Reggio Emilia. Allí, es encontrado por su madre que había sobrevivido al Campo de Concentración y había sido liberada un año antes, a partir de donde se dedicó a la búsqueda afanosa de su hijo. Ese año, Capecchi y su madre emigran a Estados Unidos donde son acogidos por la familia de su madre. Allí, estudió y trabajó desde entonces. Se doctoró en 1967 en biofísica en la Universidad de Harvard. Tuvo como tutor de tesis a uno de los descubridores de la estructura del ADN, James Watson. En 1969 se convierte en profesor asistente en el departamento de bioquímica de la Harvard School of Medicine. En 1971 es nombrado profesor asociado. En 1973 se muda a la Universidad de Utah.
Desde 1988 Capecchi colabora también con la Howard Hughes Medical Institute. Actualmente es miembro de la National Academy of Sciences. En 2007 fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina o Fisiología, junto con Martin Evans y Oliver Smithies, «por sus trabajos sobre células madre y manipulación genética en modelos animales». Este galardón no fue una sorpresa para la comunidad científica, que desde hacía bastante tiempo utilizaba su técnica de gene targeting para "construir" topos portadores de mutaciones genéticas.
Fuente: Wikipedia
La vida de Mario Capecchi es alentadora e inspira a tener confianza en la raza humana. No todo está perdido mientras existan personajes que demuestren que a pesar de todos los problemas que se pueda tener, uno tiene en sus manos la construcción de su ser... la voluntad humana es inquebrantable y cuando se quiere lograr algo, se logra.
Para saber un poco de su pensamiento, les dejo con unas declaraciones a un diario italiano:
- No aprendí a leer hasta los 13 años, pero entonces ya sabía todo sobre la vida: me las había ingeniado para sobrevivir. Y luego seguí estudiando… progresando… “¡La ciencia de la calle! Siempre he pensado que lo que aprendí entonces con aquellos ladronzuelos, me sirvió después como investigador: una cierta intuición del porvenir...”
- En la calle aprendí a confiar en mí. Yo estaba solo. Creo que mi trabajo de hoy como científico está vinculado a esa etapa. Mi mente era mi entretenimiento. Todo el tiempo desarrollaba planes que luego tenía que cumplir…
- Yo les enseño a mis alumnos a ser pacientes. Les digo que en vez de pasar tanto tiempo pensando en algo, es mucho mejor, ir y hacerlo. No hay que darle tanta vuelta. Hay que empezar por algo. Pero para eso hay que tener un plan. Una idea de hacia dónde uno quiere ir. Y desearlo mucho.
- “Ahora hay como una sensación de que la gratificación tiene que ser inmediata. La gratificación es algo que lleva mucho tiempo, esfuerzo, dedicación y paciencia. Y por eso, es gratificante cuando llega.”
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