GUILLERMO ZAPIOLA para el diario "El País", MVD, UY
Se fue con la discreción de los grandes, y acaso sin que nadie se diera cuenta de que acababa de morir quien acaso fue el pensador uruguayo más importante de las últimas tres o cuatro décadas. Ayer fue enterrado Alberto Methol Ferré.
Murió a los ochenta años, en la misma Montevideo que lo vio nacer en 1929. Filósofo, ensayista, analista político, periodista, historiador y teólogo, Methol fue definido hace algunos años por el diario argentino La Nación como "el más original pensador católico del siglo XX". La afirmación puede no ser una injusticia, pero tampoco agota su personalidad polifacética.
Perteneció al selecto grupo (no deben ser más de seis o siete, desde Carlos Vaz Ferreira a Carlos Real de Azúa, Arturo Ardao y dos o tres más), de los auténticos intelectuales que engendró el Uruguay, el tipo de individuo con un pensamiento estructurado y fermental, que deja al lector pensando en lo que acaba de leer y obligado a buscar sus propias respuestas cuando no está de acuerdo con lo que ha leído. Hacer pensar, no reemplazar la reflexión con clisés y dogmas, es ser una suerte de tábano dedicado a pinchar muchas ideas recibidas. Esa fue la función (apasionante, imprescindible) de Methol. Hasta para pelearse con él (cosa que a menudo correspondía) había que esforzarse en buscar los argumentos correspondientes.
Alguien lo definió hace poco, simplificando a un hombre complejo, como "un significativo representante del pensamiento conservador uruguayo". Cabe suponer que para ello sumó su catolicismo, sus orígenes en el Partido Nacional, sus raíces herreristas a las que nunca renunció. Pero fue también uno de los fundadores del Frente Amplio, su revista Víspera solía ser mal vista por sectores de derecha como una suerte de nido de subversivos, y hace poco se lo vio formando parte de un grupo de intelectuales que asesoraban al candidato presidencial José Mujica. Pudo ser muchas cosas, pero no fue un esquemático.
Provenía de un hogar agnóstico, pero se convirtió al catolicismo a los 19 años, y tras terminar la secundaria en el Liceo Francés estudió Filosofía y Derecho en la Universidad de la República. Hacia 1953 comenzó a sentirse atraído por el "tercerismo" peronista, y se produjo también su acercamiento a algunos sectores de la izquierda argentina, en particular el historiador Jorge Abelardo Ramos, con quien compartió la idea de una "nación latinoamericana". Por entonces estaba escribiendo ya sobre Camus, Berdiaeff o Mircea Eliade y vinculándose al pensamiento de Arturo Jauretche, aunque su primer aporte a la revista Nexo (que fundó en 1955 junto a Roberto Ares Pons y Washington Reyes Abadie, y que sobrevivió hasta 1958) fue un ensayo sobre El marxismo y Jorge Abelardo Ramos. Nunca renunciaría a algunas de sus convicciones de entonces, incluyendo recientes reivindicaciones del Mercosur y de la Unión de Naciones Sudamericanas en las que insistiría en una "alianza entre iguales" (especialmente Argentina y Brasil) en lugar de los enfrentamientos y los afanes hegemónicos habituales.
Tras la desaparición de Nexo, Methol escribió algunos de sus trabajos más enjundiosos (La crisis del Uruguay y el imperio británico, 1958; Geopolítica de la Cuenca del Plata, el Uruguay como problema, 1967), y en 1967 se vinculó también a la revista Víspera, una publicación de católicos "progresistas" que duró hasta 1975 y a la que aportó trabajos fundamentales en los que sin embargo no se dejó deslumbrar por algunos de los espejismos sesentistas al uso (por ejemplo, combatió la teoría del foco, y mantuvo distancias con algunos aspectos de la teología de la liberación entonces de moda).
Entre 1975 y 1992 integró el equipo de reflexión pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), ocupó la secretaría de su Departamento de Laicos e implementó los cursos de Historia de la Iglesia Católica en América Latina en su Instituto Pastoral desde 1977 hasta 1982 en Medellín y en Bogotá. En uno de sus últimos libros, La América Latina del siglo XXI, analizó los desafíos de la Iglesia Católica y la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en el mundo global.
En algún reportaje reciente, Methol continuó defendiendo sus ideas fundamentales sobre la "nación latinoamericana", y lo que denominaba "el fracaso de la independencia" de los países del subcontinente, que explicaba así: "América Latina se descompuso en un conjunto de Estados-Ciudad. Se trató en cada caso de una ciudad principal desde la que se estructuró un nuevo Estado. Esas ciudades eran los puertos principales, o eran la ciudad interior principal ligada al puerto fundamental, como Santiago y Valparaíso en Chile o Quito y Guayaquil en Ecuador. En Uruguay y Argentina coincidían la capital y el puerto. Los unitarios de Buenos Aires para hacer la Argentina a su medida necesitaron separar Montevideo, porque este era el puerto alternativo que daba lugar al federalismo real. La expulsión del Estado de Montevideo, como le llamó Lord Ponsomby, el representante inglés que fue su verdadero creador, al Uruguay, así como el desguace del Alto Perú (Bolivia) generó el dominio unitario sobre el interior argentino".
Vigencia del pensamiento de Artigas según MetholEn una entrevista al medio Nexo Saravista, Methol resumía así su pensamiento:
"La esencia de nuestra cuestión es la siguiente. Hubo en la Independencia con la atomización de los Estados Ciudad, una gigantesca victoria del Imperio Británico, el primer imperio industrial de la historia, que nos convirtió en súcubos, en periferia. Esa fue la derrota esencial de Artigas, generada básicamente por los ingleses. Porque los unitarios porteños eran el sector inglés de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y los portugueses también estaban bajo el control inglés. De manera que es una gran victoria inglesa la derrota de Artigas. A tal punto que la verdad de nuestra realidad, en forma feroz, es que la Plaza Independencia va a adquirir la plenitud de su sentido solamente con la victoria de la integración. De lo contrario la Plaza Independencia está ocultando que la verdadera e invisible estatua dominante es la de Lord Ponsomby y no la visible de Artigas. Hoy la estatua de Artigas es la máscara de Lord Ponsomby. Y Artigas no fue máscara de nadie".
"La esencia de nuestra cuestión es la siguiente. Hubo en la Independencia con la atomización de los Estados Ciudad, una gigantesca victoria del Imperio Británico, el primer imperio industrial de la historia, que nos convirtió en súcubos, en periferia. Esa fue la derrota esencial de Artigas, generada básicamente por los ingleses. Porque los unitarios porteños eran el sector inglés de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y los portugueses también estaban bajo el control inglés. De manera que es una gran victoria inglesa la derrota de Artigas. A tal punto que la verdad de nuestra realidad, en forma feroz, es que la Plaza Independencia va a adquirir la plenitud de su sentido solamente con la victoria de la integración. De lo contrario la Plaza Independencia está ocultando que la verdadera e invisible estatua dominante es la de Lord Ponsomby y no la visible de Artigas. Hoy la estatua de Artigas es la máscara de Lord Ponsomby. Y Artigas no fue máscara de nadie".
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