JUAN ORIBE STEMMER para el diario "El Pais", MVD, UY
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El Anuario Estadístico de Educación para el año 2008, elaborado por el Área de Investigación y Estadística de la Dirección de Educación del Ministerio de Educación y Cultura, suministra una importante cantidad de datos para la discusión bien informada sobre uno de los grandes temas para el futuro de nuestra sociedad. Para juzgar lo importante de la enseñanza formal basta con saber que en el año 2008 el sistema atendió a 968.334 estudiantes (en una población total de 3,4 millones de habitantes), que solamente el Ciclo Básico de Enseñanza Secundaria tuvo en aquel año 13.663 docentes y 187.799 horas docentes, que el gasto público en educación representó el 3,9 % del PBI y el 18,4 % del gasto del gobierno central.
El casi un millón de estudiantes atendidos por el sistema de enseñanza formal en su conjunto (sector público y privado), se dividió en 47.928 alumnos en primera infancia, 109.654 en inicial, 354.852 en primaria, 171.502 en educación media básica, 126.581 en educación media superior, 28.908 en terciaria no universitaria, 97.199 en el nivel universitario y 31.710 en otros cursos técnicos.
Estos datos sugieren que mientras que la enseñanza primaria consigue una cobertura muy amplia de los niños en los correspondientes grupos de edades, la enseñanza secundaria todavía está muy lejos de alcanzar ese ideal.
La proporción de jóvenes de cada grupo de edades que no asiste a algún centro educativo se acentúa notablemente a partir de los trece años (datos para Montevideo). El 96,2% de los jóvenes en el grupo de 12 años de edad asiste a un establecimiento educativo. Esa proporción es del 57,6% en el caso del grupo de 18 años de edad y el 45,9 % en el de 22 años.
En otros términos, casi el 40% de los jóvenes de 18 años de edad que viven en la capital no reciben educación formal. En el resto del país esa deserción alcanza el 50%.
El sistema de enseñanza tiene tres grandes fines: mejorar el nivel cultural de la población y, de esta forma, aportar al desarrollo económico, contribuir a igualar las oportunidades para todos los jóvenes teniendo como base no su origen social sino sus méritos y aptitudes, y ayudar a la construcción de una sociedad más democrática. ¿Estamos cumpliendo con esos objetivos?
Con optimismo, parecería que solo a medias…
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