Al descargar WhatsApp, una de las aplicaciones más
utilizadas en Uruguay y el mundo, aparecen dos botones: uno que dice
"Términos y condiciones" en español y subrayado, y otro más grande que
invita: "Aceptar y continuar".
Si el usuario presiona el primero accede a 6.139
palabras, unas 12 hojas de Word aproximadamente, que muestran lo que
puede y no puede hacer en el popular servicio de mensajería instantánea.
Las actualizaciones de estado se encuentran entre las
licencias que el usuario le concede a la aplicación. Se trata de la
foto de perfil, la última hora de conexión y los mensajes que el usuario
escribe con texto o un icono y que ve cualquiera que lo tenga en su
lista de contactos que no haya bloqueado. Los que el servicio tiene
predeterminados son "en el trabajo", "durmiendo", "batería baja" o el
tradicional "¡Hola! Estoy utilizando WhatsApp", entre otros.
Sobre esta información "WhatsApp no garantiza ninguna
confidencialidad", según señala en el inciso cinco. Jorge Morell,
magíster en Derecho de Internet para la Empresa y autor del sitio
TerminosyCondiciones.es, una web donde se dedica a estudiar las bases de
cada servicio tecnológico, afirmó: "Aunque sea terriblemente
cuestionable, justo eso nos dicen y lo aceptamos".
Al usar la mensajería, el usuario "reconoce y está
de acuerdo" en proveerle a WhatsApp su número de celular, así
como el número de su lista de contactos. Eso sí, la
aplicación asegura que no almacena el nombre del usuario. Sobre los
mensajes que se envían, WhatsApp afirma que no los guarda. Cuando
alguien envía una foto, por ejemplo, llega a los servidores de la
aplicación de manera transitoria (es cuando aparece un tic) y luego
arriba al teléfono del usuario en cuestión, siempre y cuando esté
conectado (y allí se exhiben dos tics). Si durante 30 días, esa persona
no está online, el mensaje desaparece.
Por otra parte, WhatsApp le pide al usuario
ciertos "compromisos". El primero es que la persona que accede a
utilizar el servicio "afirma" tener "al menos 16 años". En caso
contrario, el individuo debe tener la autorización de su padre, madre o
tutor.
En cuanto a los mensajes, aquellos que son de contenido "adulto" deben "identificarse como tales", afirma la compañía.
El usuario también se compromete "a no recolectar
información personal identificable, como puedan ser nombres de usuario, o
usar el servicio para spam o comunicaciones comerciales", afirma Morell
en su sitio web. Es decir, está prohibido hacer algún tipo de campañas
publicitarias por parte de las empresas.
Al estar de acuerdo con los términos y condiciones,
la persona "acepta que no podrá enviar material que sea ilegal, obsceno,
difamatorio, calumnioso, amenazante, acosador, odioso, racial o
étnicamente ofensivo, o alienta una conducta que pueda ser considerada
una ofensa criminal".
Los usuarios de tecnología parecen ser impunes con
los servicios que utiliza. No obstante, los términos y condiciones de
uso proporcionan información sobre cómo puede ser eliminada.
En esta app, por ejemplo, los "empleados
autorizados, agentes, subagentes, superagentes o superhéroes" de la
aplicación pueden determinar cuando una persona es "molesta" y darla de
baja. En este sentido, el servicio puede decidir si lo que dice un
estado es apropiado o no.
WhatsApp no es de las compañías informáticas que más
cambia los términos de su servicio.
La última vez que lo hizo fue en
julio de 2012. Eso sí, lo puede hacer "cuando quiera" y es
"responsabilidad del usuario" verificarlas para "detectar cambios". "Si
seguimos usando el servicio, significa que aceptamos los nuevos términos
y condiciones", concluye Morell.
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