Derrocado el comunismo, implementó en 1999 una ambiciosa reforma que lo ubicó entre los mejores rendimientos en exámenes internacionales, sin aumentar la inversión. Una fórmula casi mágica...
1. Revertir la polarización
El sistema educativo durante el comunismo separaba tajantemente entre los que estudiaban para ser técnicos y profesionales, y aquellos que se especializarían en oficios y se convertirían en mano de obra calificada.
Para revertir el desempleo juvenil, el Estado fomentaba especialmente el segundo tipo de formación, cuya orientación comenzaba de manera temprana, lo que dejaba a la mayoría de los estudiantes con escasas posibilidades de aprender conocimientos generales, importantes para el progreso individual y social.
Los resultados en los exámenes era pobres y sólo el 20 por ciento de los estudiantes iba a la universidad. Por eso las reformas apuntaron hacia disminuir la cantidad de alumnos de las escuelas de oficios.
2. Preescolar obligatorio
Para favorecer la igualdad de oportunidades y contrarrestar las iniquidades que provienen de pertenecer a familias de mayor nivel educativo, se estableció la asistencia obligatoria a un año de preescolar.
Así el sistema empieza a trabajar desde más temprano sobre los niños, a los 6 años en lugar de 7. Se centra en el estímulo de las capacidades de lectura y comprensión matemática.
3. Más horas de lectura
Para revertir la temprana orientación hacia los oficios, las reformas apuntaron a profundizar la formación en saberes generales. Por ejemplo, hubo un notorio incremento en la cantidad de estudiantes que recibieron más de 4 horas de formación en lectura, que pasó del 1 por ciento en el 2000, al 76 por ciento en el 2006, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
4. División de la escuela primaria
La educación básica se separó en dos ciclos. El primero, que va de 1º a 3º grado, es el de la enseñanza inicial. Funciona con un docente para todas las materias. El segundo, de 4º a 6º, se centra en el aprendizaje sistemático: cada materia tiene su profesor, los alumnos cambian de aula y empiezan a adentrarse en saberes más específicos.
5. La creación del Gymnasium
El sistema anterior se dividía en dos niveles: la escuela primaria, que duraba ocho años, y el liceo, de cuatro. Para evitar cambios tan abruptos, se introdujo el Gymnasium en el medio, para jóvenes de 13 a 16 años, partiendo en dos ciclos la educación secundaria.
Entonces, pasaron a ser seis años de primaria, 3 de Gymnasium y 3 de liceo. Esto posibilitó extender un año más la decisión de qué carrera seguir luego de terminada la escuela secundaria.
Las separaciones en distintos niveles y subniveles permitieron que el pasaje por el sistema educativo fuera más progresivo, haciéndolo más efectivo.
6. Autonomía para las escuelas
Como cada región e incluso cada barrio tiene sus particularidades, se decidió darles a los colegios libertad para armar su propia currícula, enmarcándose en ciertos parámetros generales que establecen la necesidad de desarrollar tres objetivos: impartir conocimiento, desarrollar habilidades y moldear el carácter, según releva una investigación de la OCDE.
La mayoría de los centros educativos dejaron de depender del gobierno central y se transfirieron a los municipios y distritos. Esto aumentó la influencia de las comunidades locales en la educación.
7. Creación de la formación vocacional
Para los que no quieren ir a la universidad, pero pretenden seguir formándose, se les habilita la opción de asistir a escuelas vocacionales al término del gymnasium, en lugar de concurrir al liceo.
Son como la formación en oficios, pero aparecen más tarde en la carrera educativa del joven, cuando ya tiene incorporados otros saberes y la posibilidad de elegir otro camino.
8. Más universidad
Uno de los objetivos que se trazaron las reformas fue que el sistema oriente a una mayor cantidad de estudiantes hacia la universidad. El resultado fue exitoso y la matrícula universitaria creció enormemente: en 2009 era cinco veces más grande que diez años atrás.
9. Reivindicar el examen
En el pasado no se realizaban demasiadas pruebas para controlar el nivel académico, pero desde 1999 pasó a considerarse fundamental evaluar el rendimiento de los alumnos y de los profesores.
Los primeros tienen que aprobar exámenes especiales al terminar la primaria y cada uno de los ciclos secundarios. El examen matura (madurez), que es necesario para acceder a la universidad, es el colofón. No influye sobre la graduación, pero sí en las instituciones universitarias a las que se puede acceder.
Los docentes también son evaluados y calificados, y en base a esas evaluaciones se estructura su esquema de jerarquías y remuneraciones.
10. La importancia de las evaluaciones internacionales
El informe PISA 2000 (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), que realiza la OCDE cada tres años para evaluar el conocimiento de los jóvenes de 15 años, se empezó a tomar como referencia del nivel de la educación polaca.
En el 2000, Polonia estaba por debajo de la media de la organización. Por ejemplo, había obtenido 479 puntos en lectura. Pero las reformas produjeron rápidos efectos. En 2003 el puntaje había subido a 497, y en 2006 ya era 508.
Lo mismo ocurrió en matemática, donde pasó de 470 puntos en 2000, a 490 en 2003, y 495 en 2006. El examen 2009 muestra al país como el 14º en el ranking mundial.
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