Expertos uruguayos y extranjeros advierten que el hábito constante de
tomarse "selfies" con el celular puede esconder fragilidades psíquicas
que padres y profesionales deberían atender, principalmente en púberes y
adolescentes.
María se saca selfies todo el tiempo y las sube
a Facebook. No son fotos agradables sino todo lo contrario: generan
rechazo. Pero lo "importante" es que generan algo y eso es "mejor" a no
generar nada.
María es una adolescente uruguaya. No es ese su nombre
real pero su historia sí lo es y fue contada a El País por Roberto
Balaguer, psicólogo postgraduado en psicoterapia psicoanalítica de niños
y adolescentes, entre otras disciplinas de la salud mental.
El caso fue transmitido para ilustrar una realidad que
viven muchos adolescentes que apelan a publicar "selfies" o
autorretratos en la web para generar una reacción del entorno. Si el
vacío personal es grande una respuesta de rechazo es preferible a ser
ignorado.
Las "selfies" constituyen un fenómeno en la
comunicación social del momento y la forma en que se interactúa con el
entorno. Ante la generalización de la práctica y el concepto de
compartir las imágenes en línea, instituciones científicas de prestigio
comenzaron a analizar si existe un perfil psicológico o una
vulnerabilidad social subyacente.
Esta semana el periódico chileno El Mercurio recopiló
estudios elaborados por la Universidad Wageningen (Holanda), la
Escuela de Negocios Birmingham (Reino Unido) la City University (Nueva
York) y la Universidad de Michigan.
Todos, en mayor o menor medida, concluyeron que las
personas que tienen el hábito constante de tomarse selfies y
compartirlas suelen ser inseguras y establecen relaciones superficiales
con otros. En algunos casos incluso se vuelven individuos narcisistas
que experimentan una suerte de "adicción" al reconocimiento de otros en
Internet.
Carencias.
Carencias.
Balaguer y Alejandro Garbarino, licenciado en Psicología y magister en Psicoanálisis, realizaron una puntualización: el riesgo no es la foto en sí sino la personalidad de quien la toma y la comparte.
Las "selfies" afectan cuando hay una estructura
psíquica vulnerable. precisó Garbarino. "Yo lo he visto, he tenido
situaciones clínicas en las cuales chicos que son muy tímidos, muy
inhibidos, que les cuesta vincularse, se hacen adictos al `me gusta`, y
no les hace bien, profundiza sus dificultades".
La etapa de vida en la que la práctica de las
"selfies" puede ser especialmente riesgosa es en la pubertad y la
adolescencia porque, en palabras de Garbarino, es una etapa en la que se
está consolidando la estructura psíquica y hay muchas posibilidades de
ser influenciado.
Balaguer, precisó que la práctica se vuelve abuso
cuando los adolescentes están permanentemente haciéndolo, más allá de
estar en una situación que lo amerite o un lugar que valga retratar en
sí mismo.
"El valor de la foto cambió. Antes era algo privado,
para preservar. Hoy es para los otros", consideró el especialista.
"Estas fotos están pensadas y publicadas en función de la audiencia, que
se transforma en un protagonista". Junto a esto se encuentra el hecho
de querer dominar la imagen que los demás tienen de uno.
Si una persona se siente obsesionada con cargar
fotos a la web y está pendiente de la respuesta que recibe, en opinión
de Balaguer, sería saludable que se preguntara a sí mismo qué objetivo
busca al subirlas y si realmente se siente completo en caso de recibir
comentarios favorables.
Para los adultos que ven en sus hijos un abuso en la
cantidad de fotos que se toman y comparten, dijo el experto, sería
recomendable que vean de qué manera pueden hacerlos sentir importantes y
valiosos.
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