1 de noviembre de 2012

La década prodigiosa del liceo Jubilar


Diario "El Observador", MVD, UY. 

Con 200 alumnos que viven por debajo de la línea de pobreza y provenientes de barrios como el Borro, Marconi, Los Palomares y Gruta de Lourdes, entre otros, el liceo Jubilar cumplió 10 años e inauguró tres nuevas aulas. 

"Un día llegó al liceo una madre con su hija, arriba de un carrito hurgador y en ojotas. Se bajó del carro con la nena traída del hombro, entró al liceo y dijo: `Quiero que la tengan acá y estudie`". Con esta historia puntual (una "de miles"), Cecilia Virginio, trabajadora voluntaria del liceo, grafica la realidad de muchos jóvenes de la zona que estudian en el liceo. El resultado fue bueno: la joven terminó tercero de liceo en el Jubilar, hizo el bachillerato después y hoy tiene un trabajo. 

"Es una chica que la ves y no podés creer realmente lo que era y a lo que llegó. Eso es un ejemplo de lo que logra el Jubilar. La satisfacción de ver y la convicción de creer que no todo está perdido", resume Virginio, con ancha sonrisa. Es que los 200 alumnos que estudian en el Jubilar viven en condiciones de pobreza y provienen de la zona de Cuenca de Casavalle, que comprende los barrios Borro, Municipal, Gruta de Lourdes, Nuevo Colman, Ellauri, Marconi y Cuarenta Semanas. De hecho, estas dos circunstancias no son casuales, sino requisitos forzosos para poder inscribirse en el liceo. 

 "De repente... ves de dónde vienen, de dónde salen, vas a sus casas cuando faltan al liceo o están complicados… y llegás a sus casas y decís: `Pensar que este chico sale de acá y llega todos los días al Jubilar con su uniforme impecable, a meterle con todo y salen adelante. Entonces... ves eso y te da más entusiasmo de que ese vínculo se mantenga, que no se rompa", expresa Virginio, que hace tres años visitó el liceo, invitada por su director, el joven sacerdote Gonzalo Aemilius, y no pudo dejar de asistir. 

"Desde el primer día que vine acá, nunca más me quise ir. Y siempre digo que lo mío es un poco egoísta, porque realmente me llevo mucho más de lo que dejo", dice convencida la trabajadora voluntaria. Como ella, hay otras 70 personas que colaboran diariamente con el funcionamiento del instituto, además del aporte de los padres -a los que se exhorta su participación en el cuidado del liceo y las actividades del joven- y la donación de diferentes empresas y particulares. El año pasado, de 200 alumnos, solo repitieron dos. Para este año el promedio será similar, según informaron desde el centro educativo.

Un GRAN ejemplo que vuelve a demostrar que, cuando se quiere, se puede...



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