Google, el buscador fundado por Sergey Brin y Larry Page usa la vieja y exitosa fórmula de los 70. Se fomenta que los empleados piensen. Si se les ocurre algo interesante, llegará al público en la forma de un producto.
Los recientes añadidos al globo terráqueo virtual Google Earth (GE), son un ejemplo de lo dicho. Como se sabe, el GE se llamaba hasta 2005 Earth Viewer y era obra de la empresa Keyhole. Google adquirió Keyhole en 2004 y lanzó al año siguiente el globo terráqueo, que tuvo un éxito instantáneo. Con fotos de alta resolución en los principales centros urbanos, quienes tuvieran una conexión de banda ancha con Internet podían en segundos viajar de una ciudad a otra y verla como nunca antes había sido posible. El GE, además, ofrece un mapa digital del terreno, es decir, el territorio se ve en relieve y tiene numerosas aplicaciones comerciales; por ejemplo, como guía de comercios, restaurantes, cines, teatros y así sucesivamente.
Parecía no faltarle nada. Pero Google le añadió otras dos funciones que llevaron al GE de nuevo a las noticias. Desde hace más o menos un mes, los usuarios cuentan también con un observatorio astronómico, llamado Sky, y un simulador de vuelo.
El observatorio es de verdad impresionante, pero como la función está claramente expuesta en los menús, los medios de difusión masiva lo difundieron generosamente. Sin embargo, olvidaron un dato fundamental.
El cielo que se ve al cambiar al observatorio astronómico es el que se vería desde el punto de la Tierra donde virtualmente estamos ubicados. Así, si nos situamos sobre la ciudad de Buenos Aires, al usar el menú Ver, Cambiar a Cielo, veremos las estrellas sobre esta ciudad. Es más: si el lector crea una marca de posición (Mayúsculas+Control+P) sobre su hogar, el marcador se verá también en el observatorio e indicará exactamente qué estrellas están en ese momento sobre la casa. Las posibilidades educativas del Sky son enormes, sobre todo porque la información se ve complementada por muchas fotos que lo vuelven atractivo hasta para los más pequeños.
Huevo de Pascua
El simulador de vuelo del GE es, en realidad, un huevo de Pascua. Así se llaman las funciones ocultas en los programas. No hay menú para llegar al simulador y, para arrancarlo, hay que apretar Mayúsculas+Control+A. Se abrirá, entonces, un cuadro de diálogo en el que se puede elegir entre dos aviones o, para ser más precisos, dos modelos de vuelo: un monomotor SR22 y un jet de combate F-16. Debajo es posible optar por empezar el vuelo en la ubicación actual, elegir un aeropuerto (que de forma predeterminada es Katmandú, pero puede optarse por Aeroparque y otros) o retomar desde la última posición de vuelo. En tercer lugar, hay una casilla para activar un joystick, si se dispone de uno. No todos funcionan, pero hay un truco para compensar esto.
El simulador en sí es bastante elemental, sin sonido, con un panel de instrumentos muy simple y sin condiciones atmosféricas; pero con las fotografías de alta resolución del Google Earth como escenario, la sensación de estar volando sobre una ciudad conocida es realmente asombrosa. Lo mismo ocurre con paisajes imponentes, como la cordillera de los Andes o el Gran Cañón del Colorado, entre muchos otros.
Como se dijo, manejar el simulador sin joystick es muy incómodo. ¿Cómo resolverlo? Simplemente, hay que hacer un clic con el ratón en la pantalla y entonces el cursor se convertirá en una cruz blanca y el mouse podrá usarse para controlar el avión. Con unos minutos de práctica, resulta tan confortable como el joystick. Un consejo: para nivelar el vuelo, hay que encimar el cursor del mouse al símbolo que indica la dirección del vuelo, que se ve como una T invertida.
Por Ariel Torres
De la Redacción de LA NACION
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